Ante la quinta ola de COVID ¡Que siga el espectáculo

Ante la quinta ola de COVID ¡Que siga el espectáculo

A nivel mundial, México está colocado en el cuarto lugar de muertes por Covid-19, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde que el virus llegó a nuestro país, especialistas no oficiales en salud repitieron muchas veces la necesidad de tomar medidas preventivas, tales como la realización de pruebas, aislar a las personas contagiadas y comprar y aplicar las vacunas a la mayor brevedad a fin de evitar que el virus se expandiera rápidamente entre la población. Sabemos bien que desde la alta tribuna de la Presidencia de la república, esas recomendaciones fueron olímpicamente desoídas y que el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, siguiendo las instrucciones de su jefe, repetía todos los días que no había por qué alarmarse. El resultado de minimizar, ya no digamos la opinión de médicos especialistas en infectología sino el propio llamado de la OMS, fue la inmensa cantidad de mexicanos fallecidos -entre ellos, los trabajadores de la salud representaron la cifra más alta a nivel mundial-, muchos de los cuales pudieron haberse salvado si el gobierno de la 4T hubiera actuado con responsabilidad.

Transcurridos dos años y cuatro meses y medio desde que llegó aquí el virus, la situación no ha mejorado como quisiéramos, pues aunque se dice que ha disminuido el número de fallecimientos, la cantidad de infectados se ha incrementado. En los primeros dos meses y medio de esta quinta ola (mayo-julio), el virus ha cobrado la vida de 2 mil 432 personas; ciertamente, aunque hasta ahora los fallecimientos no son muchos, el problema no radica en si son pocos o muchos, sino en saber por qué no se evitaron esas muertes. Pues simplemente porque, como bien lo dijo el médico infectólogo Francisco Moreno, el gobierno minimizó -yo diría que hizo caso omiso- el llamado de la OMS de darle seguimiento al virus y mantenerse alerta ante una nueva emergencia. Y ante esta nueva emergencia, tan solo del 1º de mayo al 15 de julio, se han detectado casi 694 mil contagiados (en la primera quincena de julio, el promedio diario fue de 24 mil 923), cantidad que supera a los 599 mil 560 contagiados que hubo en siete meses de la primera ola. 

Pero no olvidemos que aunque esta nueva variante del virus sea menos letal, las personas con comorbilidades pueden fallecer no sólo por contagiarse, sino también porque la 4T sigue sin resolver la escasez de medicamentos y, en consecuencia, sus enfermedades se agravan; que la mayoría de los mexicanos está sufriendo ante los altos precios de los alimentos y que seguirán en aumento por lo menos hasta septiembre; que los hijos ya terminaron un ciclo escolar más y hay que ver cómo se las arreglan en casa de llegar a contagiarse algún miembro de la familia (sobre todo, pensemos en las madres solteras); que hay miles de hogares que no cuentan con agua potable y, por lo tanto, les es casi imposible aplicar la medida de lavarse las manos con frecuencia; que también hay muchísimas familias que viven hacinadas en uno o dos cuartos, por lo que eso de guardar la sana distancia, simplemente no lo pueden practicar. Todo esto y más es responsabilidad del gobierno federal que debe velar, sobre todo, por los más desprotegidos. 

Ante este panorama, un gobierno más responsable y verdaderamente comprometido con los ciudadanos que le dieron su voto, debería fortalecer las medidas preventivas que actualmente están prácticamente en el olvido, por ejemplo, el uso obligatorio de cubrebocas en lugares públicos, pero ¿cómo hacerlo, si desde el principio de la pandemia el presidente de la república y muchos de sus funcionarios se han negado a usarlo? Para la 4T obligar a la gente a usarlo “es coartar su libertad”, además de que manda el mensaje a la ciudadanía de que “ya pasó lo peor”. Y, bajo la misma óptica, se han venido organizando conciertos de todo tipo de música, menos de música clásica o de concierto, claro, con el propósito de que la gente olvide sus múltiples problemas y necesidades y se lance a disfrutarlos hasta el desenfreno. Por lo pronto, el día de ayer se presentó en el zócalo de la Ciudad de México la banda musical “Maldita vecindad”; la promoción del evento corrió a cargo de la secretaría de cultura del gobierno capitalino. Ya veremos cuántos contagios y muertes se suman a los que ya llevamos, pero como a la señora Claudia Scheinbaum eso la tiene sin cuidado, pues lo único que le interesa en estos momentos es ganarse a la gente para el 2024, ¡que siga el espectáculo! 

Todos aquellos que nos resistimos, como Ulises, a escuchar el canto de las sirenas, debemos ser responsables con nuestra salud, con la de nuestras familias y con la de todos aquellos con los que trabajemos o con quienes tengamos que convivir por cualquier motivo y, en consecuencia, tomar las medidas preventivas necesarias. Nos negamos a minusvalorar la vida de los demás, sobre todo, la de los más desprotegidos por este sistema y, por lo mismo, seguiremos empeñados en luchar por un futuro luminoso para nuestros compatriotas y para el mundo entero. ¡A ello los invito!