¿Es para siempre la popularidad de AMLO?
Los expertos analizan que, en una segunda etapa, comienza un ligero declive en la aceptación debido a la distribución del gasto público que ya muestra los intereses propios de quienes están a cargo de los mismos.
A tres años y medio de gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene niveles elevados de aprobación, ¿es para siempre esta popularidad?
Diversas casas encuestadoras colocan a López Obrador con una alta aprobación, a pesar de que los ciudadanos identifican que México enfrenta severos problemas, sobre todo en seguridad, economía y corrupción. ¿Luego entonces?
Y es que la aprobación presidencial es uno de los principales objetivos de quienes ostentan un cargo significativo, ya que los consolida en el poder. Sin embargo, también es objetivo señalar que esta popularidad tiene un ciclo.
Los seguidores de AMLO pareciera que se encuentran todavía en una “luna de miel”, como lo aseguran diversos estudios de aprobación presidenciales en Latinoamérica y Estados Unidos. En el caso de México mucho tiene que ver con el uso de los medios de comunicación y las redes sociales, quienes aún perciben en el gobierno de la 4T como “una opción diferente de gobierno”.
Los expertos analizan que, en una segunda etapa, comienza un ligero declive en la aceptación debido a la distribución del gasto público que ya muestra los intereses propios de quienes están a cargo de los mismos.
Esta contradicción entre la aprobación que relativamente se mantiene de la figura presidencial y lo que opinan sobre el rumbo por el que se lleva el país, se basa principalmente de acuerdo con estudios académicos, en la cuestión económica puesto que si la economía del país va “bien”, la aceptación se mantendría, contrario a lo que piensan quienes consideran que la misma va mal. Pese a los que aprueban la figura presidencial, casi la mitad considera que la realidad económica de nuestro país está mal o muy mal. Pero la economía no es lo único a tomar en cuenta por la opinión pública, como ya lo mencioné, también tiene que ver la seguridad pública y la corrupción, en ese sentido de acuerdo con el Estudio Nacional Electoral de México 2021, encuesta postelectoral a nivel nacional, el 62% de los encuestados considera que la economía está peor o igual de mal que el año pasado, el 79% asegura que la seguridad ha empeorado y un 60% dice que la corrupción está igual de mal o ha empeorado.
Aunque la “4T” se ufana de que los niveles de aprobación que tiene el tabasqueño no los tenían los mandatarios anteriores del “neoliberalismo”, la verdad es contraria. Mientras la aprobación de Andrés Manuel ronda entre el 60%, un porcentaje muy cercano tenían en el mismo periodo Vicente Fox y el propio Felipe Calderón. Pero cuando se entra al análisis de los diferentes rubros, sale a flote varios de manera negativa, lo que significa que esa aprobación es afectiva y no basado en decisiones sobre políticas públicas.
Otro factor que interviene en estos resultados es la polarización afectiva. En la cuestión política esto podría responder en un primer momento, al hartazgo de los partidos existentes, lo cual ya también se ha hablado; pero por otro lado el fracaso de la oposición para ser una alternativa ante la ingobernabilidad de Morena, el cual va desde el presidente hasta cargos públicos menores.
Luego la entrega de programas clientelares, que tanto ha presumido López Obrador, creando la falsa esperanza de que son producto de su bondad y un apoyo que no se entregaba antes (lo cual es falso).
El trillado discurso del combate a la corrupción el cual no ha dado resultados. Por el contrario, la famosa austeridad aparente que supuestamente maneja únicamente el mandatario, pese a que el resto de su gabinete y partido son todo lo contrario, ante los mexicanos se vende como un “presidente del pueblo”.
Los mexicanos deben despertar de esa “luna de miel”, de ese “enamoramiento” en el que todavía se encuentran embelesados y que lejos de llevar a la prosperidad del país es todo lo contrario.
No creamos las historias endulzadas que nos quiere hacer creer el macuspano. Analicemos la realidad: la crisis económica, de seguridad, de salud, educativa, política, social, de bienestar y un extenso etcétera, la realidad nos dice a gritos que no es por ahí, que el cambio verdadero no es el ofrecido por la 4T y sus secuaces, entre las entrañas de las grandes mayorías debe salir esa propuesta nueva y es necesario llevarla a la práctica en las elecciones venideras.