El enemigo también está en la casa
Entradas y salidas son las que se han acontecido en las últimas semanas en Palacio Nacional.
La más significativa quizá fue la de Tatiana Clouthier, quien hasta hace unas semanas era la secretaria de Economía y encargada principalmente, de las relaciones entre EE.UU., México y Canadá con respecto al T-Mec.
Aunque no lo dijo públicamente, la regiomontana también dio razones parecidas del porqué de su renuncia, como lo hizo en su carta Carlos Urzúa al asegurar que hay –“personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés”. Tatiana dijo que “hay quienes no dejan avanzar los proyectos, que le llevan mentiras al presidente además de que ya están metidos en la sucesión presidencial”.
La renuncia tenía fecha mucho antes de que se hiciera oficial, lo que para nada le pareció al presidente Andrés Manuel que lo dejó muy claro en el mensaje kinésico de aquella amarga mañanera. Un rechazo a la decisión de la que lo ayudaría a llegar al poder en 2018 como su coordinadora de campaña.
Pero la baja de Tatiana no fue la única que sufrió el gabinete, con ella se fue también Luz María de la Mora, subsecretaria de Comercio Exterior y de quien dicen, era pieza fundamental para esas negociaciones internacionales.
Y una vez más comprobando de lo que está hecho Morena, contradiciendo el reiterado discurso de que no serán como los anteriores y “que nunca se permita el amiguismo, el influyentismo y nepotismo en la política”, palabras escritas por el mismo López Obrador; en su lugar la sustituyeron con Alejandro Encinas Nájera, hijo del subsecretario de gobernación Alejandro Encinas. ¿Qué habían dicho del nepotismo? De la preparación para esos perfiles mejor ni hablar.
Aunque algunos decidieron darse de baja, a otros simplemente les bajaron el switch de transmisión, recalcando los conflictos internos que hay en partido. Es el caso del académico John Ackerman a quien le suspendieron el programa televisivo en Canal 11 así como la publicación de su columna en La Jornada. Esto acentuó más el enojo de uno de los defensores de la 4T expresándolo en redes sociales al concluir que “su programa con una amplia audiencia, así como su columna, habían desagradado a más de un par de escuderos de la simulación. Había llegado el momento de abrir los ojos”. Y la respuesta de apoyo de su pareja no se hizo esperar, respaldando lo que en redes quedó registrado.
Una más que alzó la voz, simpatizante de Morena y del propio presidente, fue la escritora Elena Poniatowska, quien en plena Feria Internacional del Libro en Monterrey, criticó la militarización del país, la falta de apoyo de su gobierno a la cultura y el cerrarse a no escuchar las críticas y reconocer errores que se le hacen a su administración y a él.
Pero las renuncias y acusaciones no fue lo único que aconteció en esta última semana, también salió a la luz el incómodo libro de “El Rey del Cash” de Elena Chávez, expareja de César Yáñez, hombre cercano a López Obrador, en el que se narra el modus operandi del financiamiento de las campañas del tabasqueño entre otras operaciones.
Esta revelación pareció no preocuparle al presidente pues lo calificó como un “acto de deshonestidad intelectual” y prefirió no opinar más del tema. Sin embargo, la percepción de corrupción al interior de su gobierno sí que va en aumento, pues el 64.3 por ciento de los mexicanos encuestados asegura que todavía hay, aumentando en octubre de acuerdo con datos de México Evalúa. ¡Pero el presidente dice que no le importa!
López Obrador ha insistido que los neoliberales, corruptos y de oposición aplican sus estrategias de desprestigio para “dañar el trabajo de transformación que está realizando Morena como una medida desesperada”, palabras más palabras menos. Lo que no está viendo el fundador de su propio partido es que no sólo los millones de mexicanos afectados por la política “austera” serán quienes lo denuncien, también los de casa. Quizá ellos aporten esas pruebas que tanto pide el tabasqueño.