Luego de la humillación estadounidense, India juega la carta china
Por Maria Fe Celi Reyna

Desde el Brexit y la primera elección de Trump, en la academia occidental, se han producido innumerables textos sobre la era de los líderes "populistas" (dicho en sentido peyorativo) que irrumpieron en la política para atentar contra el 'statu quo' liberal.
Como tantas veces, hacen gala de su etnocentrismo. En realidad, antes de ellos, llegó Narendra Modi.
En once años, Modi ha transformado India a su imagen y semejanza. Con él en el poder, religión y política se fusionaron. Su partido político, el Partido Popular Indio (BJP, en hindi), promueve el nacionalismo hindú o 'hindutva', una ideología fundamentalista religiosa que ha creado cismas irreparables en la sociedad india, en especial con la población musulmana. A pesar de ello, Modi es hoy uno de los líderes políticos más populares del mundo, cuenta con un 75 % de aprobación. Para muchos, es una deidad y él ha sabido jugar con eso.
Ese es el hombre al que Donald Trump intentó humillar y, como ya se hace costumbre, nada salió como esperaba.
La humillación estadounidense
Mucho se hablado del 50 % de aranceles colocados a productos indios, pero, según medios del país asiático, la relación empezó a deteriorarse algunas semanas antes. Entre el 7 y 10 de mayo, India y Pakistán tuvieron una corta guerra que terminó en una humillación para India. Poco después, Trump declaró que había sido él el que había mediado un alto al fuego entre los dos países.
Esto no gustó para nada en India y salieron a desmentirlo. Lo cual, a su vez, no gustó nada en la Casa Blanca. Como respuesta, Trump invitó a almorzar al jefe del Estado mayor del Ejército paquistaní, Asim Munir. Esto fue la gota que derramó el vaso en Nueva Delhi, y no respondieron más a EE.UU.
Es ahí que Trump empezó con sus diatribas hacia India que terminaron con la imposición de aranceles. El motivo oficial, esta vez, fue la compra de petróleo ruso; sin embargo, parece ser más una excusa que busca satisfacer a los neoconservadores que quieren mantener la guerra en Ucrania.
Lo que parece ser la mayor motivación para Trump y que no es excluyente con lo anterior es, al más puro estilo mafioso, forzar a India a levantar sus medidas proteccionistas del sector agrícola e inundar el enorme mercado indio de productos estadounidenses. El proteccionismo está bien para EE.UU., pero no para el resto. Esto sería la ruina del medio de vida del alrededor del 55 % de la población que es, además, la masa votante del BJP.
Por si esto no fuera suficiente, anunció un acercamiento a Pakistán. Además, en la previa a la reunión en Alaska, Trump amenazó con más sanciones a India si la reunión fracasaba. Sonó como un padre condicionando a su hijo para que se porte bien.
Las reacciones en India
Desde hace casi un par de décadas, EE.UU. ha buscado usar a India en sus intentos de contener el desarrollo chino. Trump destruyó la política estadounidense en pocas semanas. No sólo Modi no ha cedido ante los chantajes, sino que el mandatario estadounidense ha generado un sentimiento contra su país en la sociedad india, inclusive entre sectores opositores al BJP.
Para un político-deidad como Modi no iba a ser muy difícil recibir el apoyo de la mayoría de la población. Los ataques fueron la oportunidad para consolidar su liderazgo, puesto que lo ven como un protector de sus intereses y, valgan verdades, lo está siendo.
En realidad, los sectores empresariales, históricamente proestadounidenses, serán los más afectados por las sanciones secundarias por comprar petróleo ruso. Cabe mencionar que la decisión de comprarlo fue promovida públicamente por funcionarios estadounidenses para controlar el precio internacional del petróleo. Hoy, India se enfrentará a sanciones por haberlos escuchado.
Tanto el gobierno como sectores de la sociedad afectados por las medidas 'trumpianas' han denunciado la hipocresía, puesto que China, el mayor comprador de petróleo ruso, tiene menos sanciones y los estadounidenses se sientan a la mesa a negociar con ellos.
Esto sucede porque los chinos tienen con qué negociar y su economía puede seguir funcionando sin EE.UU. Por ello, dentro de India, volvieron a surgir voces promoviendo la necesidad de desarrollar su propia industria y su propio ecosistema tecnológico tal y como lo hicieron los chinos.
A nivel internacional, el gobierno indio empezó a mover sus cartas. India es una de las cunas del no alineamiento como doctrina de política exterior. En los últimos años, ha tenido una estrategia de "multialineamiento". Así, sin ningún problema, podía ser parte del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD, en inglés) y del BRICS. Por mucho que algunos intenten presentar esto como una genialidad política, la realidad es que, dentro del Sur Global, su falta de posicionamiento generaba más desconfianza que amistades.
Ahora, Trump los ha forzado a tomar posición y desde Nueva Delhi la respuesta fue evidente: apostar por BRICS. India canceló la visita del ministro de Defensa a Washington, así como la compra de aviones de caza F-35. Al mismo tiempo, el asesor de Seguridad Nacional, Ajit Doval, viajó a Moscú. Por otro lado, Modi se comunicó con Lula, el otro país impactado por los delirios estadounidenses y se acordó la visita del mandatario brasilero para el próximo año.
La carta china
Antes de la reunión de Alaska, Modi había hablado con todos los líderes de los países fundadores del BRICS, pero el anuncio principal fue la confirmación de su visita a China en el marco de la Cumbre de la Organización de Cooperación (OCS) de Shanghái que tendrá lugar a fines de este mes. En esos días, se espera que también se reúna con Xi Jinping. Esta será su primera visita en siete años.
Desde la guerra de 1962, ambos países han tenido una relación muy tensa. Primero, por disputas no resueltas. Segundo, por el vínculo sólido entre Pakistán y China. Esto ha sido evidente desde que Modi asumió el poder. Entre 2014 y 2020, ambos mandatarios se reunieron, por lo menos, 18 veces. Esta dinámica se interrumpió luego de las escaramuzas del 2020 en la frontera, que desencadenaron en un rompimiento casi total de relaciones, interrupción de comercio e intercambios entre personas. Además, la retórica nacionalista conllevó a una ola de sinofobia en India que persiste hasta hoy.
En 2024, ambos mandatarios se reunieron en la Cumbre de Kazán y acordaron trabajar para una posible normalización. Estos avances se detuvieron, de nuevo, luego de la guerra de mayo con Pakistán por el apoyo chino a su tradicional aliado. Trump les ha dado un nuevo ímpetu a los vaivenes entre ambos gigantes. Por ello, desde el lado chino, ven la situación con cautela, pero sin cerrar la puerta. En estas semanas ha habido contactos a nivel diplomático y comercial.
En julio, luego de la cumbre BRICS, el ministro de Asuntos Exteriores indio, Subrahmanyam Jaishankar, estuvo en China en el marco de la reunión de ministros de la OCS. Luego de la reunión de los ministros con Xi, publicó una foto de ambos diciendo que le dio los saludos de los líderes indios y resaltando expectativas por los avances en las relaciones entre ambos países.
Semanas después, desde China rescataron un buque carguero indio con diésel de la empresa Nayara, con vínculos rusos. El cargamento salió con destino a Malasia, pero quedó varado por las sanciones de la UE, anunciadas cuando ya habían partido. Esta transacción comercial fue la primera de este tipo en cuatro años.
La semana pasada, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, tuvo una visita exitosa a India después de tres años, en la que se reunió con ministros y con Modi. Se han llegado a acuerdos para facilitar el intercambio entre personas y muchos compromisos para seguir trabajando para una relación estable entre ambas partes.
Aún queda mucho camino por delante. Para que India y China tengan una relación sólida y estable, primero, tendrían que llegar a acuerdos sobre la frontera. Luego, se tendría que solucionar el conflicto con Pakistán, ya que China nunca abandonará a ese país. Esto es, por ahora, muy difícil.
Sin embargo, da la impresión de que el lado indio ya entendió lo que los chinos entendieron hace mucho: EE.UU. va a sabotear cualquier intento de desarrollo soberano de otros países, y la mejor manera de protegerse es uniéndose más allá de cualquier diferencia. Por ello, el BRICS resulta tan importante.