AMLO y su lucha contra los pobres
No es novedad la incontinencia verbal que caracteriza al presidente Andrés Manuel López Obrador durante las Mañaneras, al pronunciar frases que, lejos de reflejar el contexto político-social de crisis que vive México, muestran lo que realmente piensa.
Hace unas semanas, el tabasqueño volvió a decir una de tantas: “Es una estrategia política ayudar a los pobres, porque se va a la segura cuando se requiere de su apoyo. No así con los de clase media”. ¡Lo que nos faltaba!
Tanto ha repetido hasta el cansancio aquello de que “por el bien de todos, primero los pobres”, pero ahora queda claro que, para el morenista, ese inmenso sector que sostiene al país con su arduo e incansable trabajo se reduce a: “los pobres, úsese y tírese”.
He mencionado ya, en artículos anteriores, que es más que claro que el Presidente no tiene como objetivo acabar con la desigualdad en México. Eso está más que comprobado, pues desde que estaba en campaña hasta ahora que está en la silla presidencial, nunca ha presentado propuestas que disminuyan realmente o estén encaminadas a reducir la pobreza. Para López Obrador y Morena la lucha no es contra la pobreza, sino contra los pobres: los quiere pobres, porque de la pobreza surge la desesperación, abono necesario para su política de darles dinero a cambio de su voto. Eso es lo hay detrás de esas palabras dichas con tan poca precaución.
Una vez más, a las pruebas de la realidad me remito. Han transcurrido cuatro años de la Cuarta Transformación y el número de pobres no ha disminuido. Para 2020, según cálculos del Coneval, en México había cerca de 55 millones de pobres. Para 2022, la CEPAL calculaba la cifra en 58 millones. Sin embargo, de acuerdo con Julio Boltvinik, especialista y estudioso en temas de pobreza, el número de mexicanos en tal situación asciende a 90 millones. ¿Luego entonces?
La “salida” que ha encontrado, y de la que tanto presume AMLO, son los apoyos de supervivencia clientelares con fines electoreros que los mantengan en el poder. Becas y aumento en las pensiones para los jóvenes y los abuelitos, con fecha de cobro. ¡Ven como sí es úsese y tírese!
Pero los programas clientelares no son lo único. Si a la falta de trabajo y a los bajos ingresos se les suma la inflación, el crecimiento desmedido de la población en situación de pobreza es consecuencia necesaria. El disparo de los precios en varios alimentos y servicios provocan que cada vez más gente muera de hambre, de enfermedades tratables, como el cólera, etcétera; igualmente, cada vez es más difícil adquirir la canasta básica, alimentos de primera necesidad que permiten a la ciudadanía continuar sobreviviendo. En síntesis, una mala visión y planeación en políticas económicas ha provocado que la pobreza aumente un tres por ciento más. El famoso plan antiinflacionario que presentó López Obrador con bombo y platillo como la “solución a esta crisis económica y alimenticia” ha quedado rebasado.
Y a todo este panorama, desolador ya de por sí, se le suma la crisis de seguridad, problema que no se ha tomado con la urgencia que requiere, dado que golpea principalmente a las mayorías, que son las que, al final de cuentas, pagan con vidas inocentes.
Ataques, amenazas, descalificaciones, indiferencia y cero tolerancia a la libertad de pensamiento es lo que recibe la sociedad mexicana de un gobierno que utiliza a los pobres para defender su modelo de país, pero que arremete contra ellos al no proporcionarles siquiera las mínimas condiciones para que tengan una buen calidad de vida, propiciando así el crecimiento de la pobreza.
Morena no lucha contra la pobreza, lucha contra los pobres.