AMLO y su contradictor discurso sobre la seguridad

AMLO y su contradictor discurso sobre la seguridad

Para nadie es sorpresa que después de cuatro años de gobierno morenista, el doble discurso y las contradicciones entre lo que dijo durante campaña y los hechos una vez en el poder el presidente Andrés Manuel se han hecho tan comunes, que lejos de crear sorpresa, dan argumentos para sostener que la máxima figura de nuestro México no tiene palabra. 

Como muchas promesas incumplidas hechas en campaña, el tema de la “no militarización del país”, también ha demostrado que lo que tanto critico el tabasqueño al “neoliberal de Felipe Calderón” ya lo alcanzó y terminó convirtiéndose en aquello que juró nunca ser. 

Esta semana se dio a conocer que el Senado aprobó la “Ley de la Guardia Nacional y Seguridad Pública, que le otorga a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) el control administrativo y operativo de la GN”. Lo que en opinión de expertos, adelanta una militarización del país pasando por encima de los derechos humanos y por qué no, hasta un signo de dictadura. 

¿Cuál fue la promesa de López Obrador en el 2018? Que “regresaría al ejército en la medida en que se iba a ir profesionalizando a la policía”. Sin embargo, cada vez la presencia militar en las calles se va oficializando y de la “profesionalización” ni hablar que de eso no hay avances y sí retrocesos. 

Y una vez más viene la contradicción. En una mañanera se le preguntó sobre el cambio de opinión de un Andrés Manuel en campaña y uno ya siendo presidente. El respondió que “decidió hacerlo porque no tenía claridad de la gravedad que le habían dejado el país las administraciones anteriores”. Nada más recordar que han transcurrido cuatro años y el argumento para justificar todo es el mismo. 

Esta misma semana el secretario de Gobernación reconoció que la administración de su paisano ha ido perdiendo la lucha contra la violencia e inseguridad, argumentos que hacía para que en el Senado aprobaran la iniciativa. 

Pero más pronto cae un hablador que un cojo y de eso sabe mucho el tabasqueño, porque el mismo López Obrador este fin de semana salió a declarar que “estamos domando el problema de la inseguridad y violencia gracias a los apoyos del bienestar”. ¡Alguien miente aquí! 

Está más que demostrado que la estrategia de seguridad que tanto defiende el morenista es un fracaso, puesto que la realidad habla por sí y tener más de 133 mil homicidios en cuatro años no es precisamente que “le estemos ganando y atacando el problema”, ni mucho menos seguir culpando a los gobiernos pasados. 

Pero la joya de la corona no quedaría con la aprobación de la Ley de la Guardia Nacional, sino que también había que seguir inyectándole dinero a la Sedena y se dio un adelanto en el proyecto del Presupuesto de Egresos para el 2023, al solicitar “112 mil millones de pesos, algo similar al de 2022, además de administrar los 68 mil millones de pesos destinados a la Guardia Nacional y recibirá una parte importante de los 143 mil millones de pesos que el gobierno federal planea invertir en el Tren Maya, pues el Ejército está a cargo de los tramos 5 –Norte y Sur, 6 y 7, los más costosos del megaproyecto”. ¿No que íbamos ganando la batalla?

Ahora estará en la cancha de los diputados el aprobar estos recursos para el próximo ejercicio fiscal, aunque ya podemos adelantar lo que pasará, puesto que “la oposición” sigue desperdiciando y perdiendo oportunidades para recobrar la confianza de los ciudadanos, al no ponerse de acuerdo internamente y preferir romper las alianzas de por sí endebles, que representan, al menos en la Cámara, un contrapeso significativo para que no pasen iniciativas presidenciales. 

La solución no estará en permitir la militarización del país, el destinarle más recursos a las fuerzas armadas o en los programas de bienestar que está demás demostrado que no son la solución al problema de la violencia. 

El problema debe combatirse de raíz, pero para poder hacerlo se requiere entenderlo y querer cambiarlo, aspectos que el presidente Andrés Manuel en cuatro años y en los que le faltan jamás hará. Ya nos toca poner a nosotros, manos a la obra.