Trabajadores del campo tuxtepecano en el olvido
Tomás Lorenzo Leonardo es un campesino de la comunidad de Arroyo Frijol del municipio de San José Chiltepec, que tiene que recorrer una hora de camino para poder llegar a su parcela, misma que ha rentado por más de 5 años para la siembra de maíz, donde tras una temporada de 4 meses de siembra, cuidado, limpieza, fertilización y pizca, su cosecha la utiliza no para comerciarla, sino para autoconsumo o simplemente para ahorrarse unos pesos durante un tiempo, mientras trabaja en otros oficios como la albañilería o preparar comidas para fiestas y así sostener a su familia.
En entrevista, don Tomás comentó, “los campesinos le dedicamos muchas horas y esfuerzo para producir la tierra, sin embargo, por parte de las autoridades municipales, estatales y federales hemos sido olvidados. Recuerdo que en campaña, el nuevo gobernador prometió que en cada municipio pondría un asesor técnico para que nos asesorara y que su plan de gobierno ayudaría a transformar al campo, nada de eso ha pasado, sólo se quedó en un mensaje de los que se dicen ser la esperanza”.
Siendo casi las 4 de la tarde, con la tez cansada y fatigada, don Tomás narra que mientras dura la siembra de maíz, sale de su casa a las 6 de la mañana y regresa muy tarde (como la mayoría de los campesinos mexicanos), pues del cuidado de su siembra dependerá los frutos de una cosecha que será el sustento para su familia y, de perderla -como ha sucedido por plagas o desastres naturales-, significa racionar más la comida en el plato hasta no llevar el pan de cada día para los suyos, pues casi siempre son olvidados por las autoridades, debido a que “para los campesinos ya no hay apoyos ni pal´ferfilizante como hace muchos años”, reviró.
Es así, como campesinos denuncian que a 3 meses de la nueva administración de gobierno en Oaxaca, aún no se avisora, cómo será apoyado el campo oaxaqueño, cuestión que no sería característica única de esta administración, pues para la antepasada y pasada, las familias humildes siempre son ignorados y no solo en el campo sino también en otras carencias sociales como la falta de vivienda, luz eléctrica, drenaje, etcétera. Cabe destacar que el campesinado en el país a menos de que esté afiliado en alguna organización social, o esté dentro de los pocos beneficiarios de programas de gobierno, no tiene voz.
El campo oaxaqueño pudiera ser un detonante económico, sin embargo, la economía de quienes se dedican a labrarlo es insuficiente y sólo alcanza para autoconsumo, contrastándo a que sólo los grandes inversionistas pueden aprovecharlo y por ende, las ganancias son exclusivamente para ellos, sin que la explotación de la tierra ayude a las mayorías a resolver sus necesidades elementales.