La lucha de los padres de niños con cáncer, merece la solidaridad de los mexicanos
Su lucha merece la solidaridad de los mexicanos para que su voz y sus acciones lleguen a todos los rincones de México y el gobierno de la cuarta transformación cumpla con su obligación
Como un resultado más de la política de querer acabar con la corrupción, bandera que enarboló el presidente Andrés Manuel López Obrador desde que asumió el poder, miles de mexicanos que sufren enfermedades graves y que por lo mismo requieren de un tratamiento médico ininterrumpido, han venido sufriendo el desabasto de los medicamentos indispensables para su salud y, en consecuencia, para su vida. Quizá el caso más terrible es el de los niños que sufren de cáncer, pero no es el único. Sin contar la Covid-19, las enfermedades del corazón y la diabetes siguen ocupando los dos primeros lugares en cuanto al número de fallecimientos; de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el año pasado fallecieron 218 mil 704 (62 mil 700 más que en 2019) por enfermedades cardiacas, y por diabetes se registraron 151 mil 019 (casi 47 mil más que en 2019).
El desabasto de los medicamentos oncológicos para los niños, nuevamente provocó que los padres se manifestaran en diversos estados de la república, siendo la protesta más significativa el bloqueo, nuevamente, de la avenida que da acceso a la terminal número uno del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México el pasado martes 9 de los corrientes. En este bloqueo, Omar Hernández, vocero de la Asociación de Padres de Familia con Niños Enfermos, informó que aunque llevan una veintena de reuniones con autoridades de la Secretaría de Salud federal y el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), el problema no se ha resuelto, por lo que anunciaron una serie de medidas más drásticas para obligar a las autoridades correspondientes que dejen de darles largas y surtan ya los medicamentos.
De acuerdo con el periodista Jon Martín Cullell (del diario español El País), hablando del desabasto de medicamentos en México, escribió el 11 de noviembre que “Se trata, en gran parte, de una crisis provocada por el propio López Obrador. El mandatario llegó al poder prometiendo un fin a la corrupción. Para ello, cambió el modelo de compras de medicamentos. Las centralizó en la Secretaría de Hacienda y canceló el anterior esquema de distribución, que estaba concentrado en un puñado de empresas. Su Gobierno, además, abrió investigaciones a laboratorios Pisa, el mayor fabricante de medicamentos oncológicos de México, y la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) le cerró una planta de producción tras encontrar algunas irregularidades menores… Tras ese primer tropiezo, López Obrador le encargó la adquisición de medicamentos para este año a la UNOPS, una agencia de Naciones Unidas especializada en logística. La presentó como una garantía para solucionar el problema. Sin embargo, la licitación ha encadenado retraso tras retraso y un 49% de los medicamentos se ha quedado sin adjudicar, entre ellos, varias quimioterapias esenciales. De mayo a agosto, la plataforma Cero Desabasto registró 1,823 reportes de escasez, la mayor cifra para un cuatrimestre desde que empezó el conteo a principios de 2019 y un aumento del 113% respecto al periodo anterior”.
La nota de Jon Martín, titulada “López Obrador admite el desabasto de medicamentos y exige al secretario de Salud una solución”, título que llama la atención porque es bastante difícil, si no es que imposible, que el presidente admita que algo está mal en su gobierno, citó sus propias palabras: “Ya tenemos que terminar de resolver el problema del abasto, esto es para Juan Ferrer [titular de Instituto de Salud para el Bienestar], esto es para el doctor Alcocer. Ya no quiero escuchar de que faltan medicamentos. Por eso se abrió la posibilidad de comprar los medicamentos en el mundo, ya no hay excusa. Además, ya no se permite la corrupción que existía de que 10 distribuidoras acaparaban toda la compra que hacía el Gobierno (...)”.
Y, así como viene sucediendo con el desabasto de medicamentos, con el pretexto de que había corrupción, desde el primer año de su gobierno López Obrador canceló programas sociales como el Seguro Popular, que se encargaba de proporcionar seguridad social a las personas de bajos recursos que no contaban con ella; las estancias infantiles, que eran una gran ayuda para las madres trabajadoras; los comedores comunitarios, Prospera, entre otros. La grave afectación que ello ha significado para millones de mexicanos, se ha querido sustituir, como sabemos, con apoyos directos en efectivo, más no con la creación de una verdadera política social de Estado. Así lo refleja el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el 2022. Veamos solo un ejemplo.
Para el programa de Adultos Mayores, el gobierno plantea un incremento de 76.2 por ciento, que en pesos y centavos se traduce en 238 mil 14 millones de pesos, recursos que, de aprobarse, representarían una parte mayor del presupuesto para dependencias como la de Salud y la de Seguridad. Cabe entonces preguntarse si la directriz del presidente López Obrador a los titulares de la secretaría de Salud y del Insabi con relación al desabasto de medicamentos ¿es realmente seria? Y también si la promesa de hacer de nuestro sistema de salud uno igual que el de Dinamarca ¿iba en serio o solo fue una más de sus falsas promesas?
Por ello, es encomiable que los padres de niños con cáncer hayan decidido unirse y luchar mientras no se cumpla con el abasto de los medicamentos para garantizar la vida de sus pequeños. Su lucha merece la solidaridad de los mexicanos para que su voz y sus acciones lleguen a todos los rincones de México y el gobierno de la cuarta transformación cumpla con su obligación.