Opinión: Venezuela, el imperio intenta un golpe de estado blando
Con motivo de las elecciones en Venezuela se libra una batalla política de gran trascendencia, donde está en juego la revolución iniciada por Hugo Chávez, que mejoró enormemente la vida de los más desamparados y liberó al país del dominio imperialista. El más reciente comunicado del Consejo Nacional Electoral (CNE), del 2 de agosto, con el 96.8 por ciento de las actas escrutadas, informa que Maduro alcanza 51.9 por ciento de los votos, frente al 43.1 por ciento del opositor Edmundo González. Estados Unidos ha promovido una campaña mundial, y dentro de Venezuela, para descalificar el proceso e imponer a González.
El secretario de Estado, Antony Blinken, pidió primero que se publicaran los resultados completos de las actas: “para garantizar la transparencia”, pero después, ya sin cuidar apariencias, reconoció al opositor como presidente, ¡el nuevo Guaidó! Erigiéndose como juez supremo y modelo de democracia, Washington trata a Venezuela como colonia y le exige cuentas. Además, al tiempo que clama por “democracia y derechos humanos en Venezuela”, cínicamente recibe con honores en el Congreso al genocida Benjamín Netanyahu, y trata a Zelenski como presidente de Ucrania, cuando su mandato concluyó en mayo.
El señor Milei, más papista que el Papa, conspicuo servidor del gran capital (anteriormente economista senior del banco británico HSBC, consultor del G-20 y del Foro de Davos), reconoció a González y “calificó la votación de "fraude”, pese a que todavía el CNE no había emitido el primer boletín [¡Antes de los resultados oficiales!, por consigna], la ministra de seguridad, Patricia Bullrich, encabezó una manifestación frente a la Embajada venezolana” (RT). Descarada injerencia externa.
El “izquierdista” chileno, Gabriel Boric, declaró: “La comunidad internacional y sobre todo el pueblo venezolano […] exigimos total transparencia de las actas y el proceso, y que veedores internacionales no comprometidos con el gobierno den cuenta de la veracidad de los resultados” (Latinus). ¿Pero de qué “comunidad internacional” habla? Y los países, cuya población supera los 1,700 millones, y que reconocen los resultados y felicitan a Maduro, ¿no son “comunidad internacional”? ¿O se refiere al imperio y sus vasallos? Sería más propio llamarlos así. Y, ¿quiénes son esos “veedores” internacionales independientes cuyo dictamen espera Boric? He aquí dos nombres de esos impolutos jueces: Marko Cortés, presidente del PAN, que infructuosamente buscó ser observador, y el indigerible Vicente Fox, quien también iba por sus fueros, y que, antes de presidente, fue ejecutivo de Coca-Cola, como gerente de la División América Latina.
A la banda se suman figuritas como Nayib Bukele y Dina Boluarte, presidenta de Perú que, según encuesta de El Comercio, goza de 5 por ciento de aprobación, “la jefa de Estado del país andino con menor respaldo del que se tenga registro” (El País, 11 de junio). En su sesión de Washington, la OEA –a la que no pertenece Venezuela–, buscó inútilmente, sin alcanzar los votos necesarios para una condena conjunta contra Maduro, que exigiría una “verificación completa de los resultados con la presencia de organizaciones de observación independientes [¿y quiénes son esos independientes? ¿Independientes de quién?] […] [y] la importancia de salvaguardar los derechos humanos en Venezuela, especialmente el de manifestarse pacíficamente sin recibir represalias” (Infobae). ¿Pero a cuáles manifestaciones pacíficas se refiere, si cualquiera puede ver las manifestaciones violentas de los opositores? Se trata sencillamente de legitimarlas con cobertura internacional.
No es despreciable la posición de los gobiernos de Brasil, México y Colombia para frenar esta intentona; sin embargo, dista mucho de lo que las circunstancias exigen en estos momentos de definiciones. Acordaron: “un llamado a las autoridades electorales venezolanas para que avancen con celeridad y divulguen públicamente los datos desglosados”. López Obrador se limitó a calificar el reconocimiento de Washington a González así: “lo digo con todo respeto. Es una imprudencia”. ¿Una imprudencia? ¡Es un brutal atropello intervencionista a una nación soberana! Así, estos señores temerosos de molestar al imperio “se reservan” para reconocer el triunfo de Maduro. ¡Qué contraste con la dignidad y valentía de países hasta más pequeños, que sí lo reconocen!
Destaca el decidido apoyo del presidente boliviano, Luis Arce, y de Xiomara Castro, de Honduras, quien en redes sociales expresó: “Nuestra especial felicitación y saludo Democrático, Socialista y Revolucionario al presidente Nicolás Maduro y al valiente pueblo de Venezuela por su inobjetable triunfo” (Latinus, 29 de julio). También Nicaragua expresa: “… ante la comunidad internacional, nuestro formal y claro reconocimiento del resultado electoral del día 28 de julio…”. Entre estos pueblos también está Cuba, y destacan: Rusia, China, Irán, Guinea, Serbia. Incluso, el presidente Putin invitó a Maduro a la próxima cumbre de los BRICS en Kazán.
Las acusaciones de fraude son inconsistentes. Según el CNE, antes de las elecciones: “Los técnicos representantes del candidato Edmundo González, estuvieron en todas estas auditorias y no objetaron ninguna de las pruebas realizadas. Para el domingo 28 de julio, el sistema automatizado de votación se encontraba totalmente revisado, verificado y encriptado por todos los técnicos representantes de las organizaciones políticas” (Sputnik, 27 de julio). Durante el proceso, opositores y medios reconocieron que hubo tranquilidad y orden.
Participaron más de mil observadores internacionales; uno de ellos, el exembajador de Argentina ante la OEA, Carlos Raimundi, dijo: “Después de varias verificaciones por organismos internacionales, el sistema electoral es incorruptible y los resultados tras los comicios, que dieron el triunfo a Maduro, son inalterables […] Es imposible adulterar la voluntad popular a través de un sistema que está verificado internacionalmente. El experto precisó que, durante semanas, participó en diversas audiencias para verificar la eficacia del sistema electoral, en términos de tecnología, logística y transmisión de datos, [para] brindar confianza a la población” (Sputnik, 29 de julio). Mónica Palacios, legisladora ecuatoriana, observadora internacional: “El sistema venezolano de votación ha sido sumamente seguro” (Sputnik, 30 de julio). Atilio Boron, observador: “Vi un proceso electoral tranquilo, en contraste con lo que informaban los alarmistas medios argentinos y de otros países de Latinoamérica. Fue una elección facilitada por la tecnología, donde no se veía gente enojada o alterada” (Sputnik, 30 de julio).
Con el apoyo norteamericano, Corina Machado y sus huestes saturan las redes reciclando videos viejos, para aparentar gran inconformidad social. Maduro denunció a Elon Musk por publicar anticipadamente encuestas trucadas que daban “gran ventaja” a González como el “indiscutible ganador”, para así presionar al CNE, y que su posible reconocimiento a Maduro fuera percibido como un atropello, y justificara la denuncia de fraude, y la violencia de los “inconformes”, pues “anticipadamente ya se sabía” quién era el ganador.
Derrotada en las urnas, la derecha muestra su real intención, promoviendo guarimbas (bloqueos) y zafarranchos, dejando heridos 23 efectivos policiacos. Una provocación para que los cuerpos de seguridad actúen con exceso, haya muertos, y así acusar al gobierno de represor, “justificando” la intervención extranjera. Hackearon el sistema de comunicación del CNE, impidiendo la oportuna publicación de resultados; lanzaron un ciberataque contra TeleSUR; atentaron contra dos instalaciones eléctricas y crearon un sistema paralelo de “información” electoral.
Todo lo financia Estados Unidos. “El robo y el bandidaje, multiplicados por el apoyo, las consignas y la financiación –no hay nada que ocultar– del Estado norteamericano, que tiene aquí sus propios intereses y financia tanto a la oposición como los disturbios que estamos presenciando actualmente, añadió el observador ruso Alexei Volotskov [miembro de la Duma]” (Sputnik, 30 de julio).
Tras el asedio a Venezuela están los afanes imperialistas, hoy encabezados por Blinken y Elon Musk. Con el taparrabo de la lucha por la democracia y los derechos humanos ocultan su ambición por la riqueza del país, uno de los más ricos de Latinoamérica. Según el portal español CadenaSER (24/01/2019): “Petróleo, el oro y el coltán: las codiciadas riquezas de Venezuela […] el llamado Arco Minero, donde se concentran grandes reservas de oro, diamantes y mineral como el coltán […] usado en la fabricación de teléfonos inteligentes […] [y] dificultar la venta de crudo a China, sobre todo, derivar el crudo venezolano al mercado estadounidense”. En las reservas petroleras mundiales, Venezuela es primer lugar (19.38%); Estados Unidos, noveno sitio (3.53%) (Statista 2023). En gas natural, Venezuela es sexto; en reservas de oro, primero en Latinoamérica. También pretenden debilitar al BRICS, al que Venezuela solicitó ingreso; esto, derrocando a Maduro, como réplica del ascenso de Milei en Argentina, que luego retiró la afiliación del país.
En la coyuntura actual, la embestida norteamericana debe ser enfrentada enérgicamente. Y Venezuela retiró su personal diplomático de Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay. Y, como era obligado, el pueblo responde con la fuerza de su número y su convicción. El 3 de agosto ocurrió una multitudinaria manifestación en defensa del triunfo de Maduro, que se desplegaba por varios kilómetros. Ese es el más firme valladar, y a pueblos y gobiernos hermanos corresponde rodearle de solidaridad. La suerte de Venezuela es la misma de todos los países latinoamericanos; si cae será un duro revés para todos; si triunfa, ganará la causa común de la independencia.
Texcoco, México, a 4 de agosto de 2024