Continúan desamparados vecinos de la colonias periféricas de Acapulco tras Otis

Canal 6Tv te muestra la vida cotidiana de miles de familias de la zona de la periférica a Acapulco, donde el abandono de las autoridades se recrudece. Ni brigadas de limpia; ni abasto médico o alimentos, las familias lo enfrentan como pueden, incluso bajo la penumbra ante la falta de energía eléctrica.

Continúan desamparados vecinos de la colonias periféricas de Acapulco tras Otis

Más de mil vecinos de la colonia La Izazaga, en Acapulco, en la periferia de la zona diamante, no vuelven a la normalidad. La interrupción en el servicio de energía eléctrica mantiene a sus viviendas sin luz durante las noches. Por el día, la caída de árboles, techos e inundaciones mantienen incomunicadas sus precarias calles de acceso. Los alimentos se agotan si es que hubo algo guardado, arroz o sopa, se han vuelto un lujo para estos pobladores. 

La vida cotidiana de estas familias está lejos de la atención mediática de la zona costera de Acapulco, la otrora zona diamante, cuyo punto de conexión hacia Chilpancingo, colapsa cotidianamente su acceso y salida, a todas horas. Hay quienes llegan buscando a sus familiares, pero también quienes buscan salir e ir a Chilpancingo. El abasto de víveres y gasolina se ha vuelto críticos a lo largo de las días subsiguientes al paso del meteoro. 

Las calles de estas localidades cobran actividad una vez que se asoman decenas de personas con víveres a sus espaldas. Productos básicos y de todo tipo son trasladados bajo sus hombros. Los cargan  tras largas distancias desde donde pudieron sacarlas, todos ellos vienen caminando desde las tiendas de conveniencia aledañas. Toda clase de bienes, desde comida hasta enseres domésticos, muebles, todo lo que pudieran haber recolectado de quiensabe qué lugares ahora va con ellos, llega a sus viviendas. 

Colonias como La Izazaga, han pasado estos tres días sin energía eléctrica ni agua, con postes de luz caídos sobre sus calles y techos de lámina volados en todas direcciones. Desde la entrada del huracán han estado durmiendo a la intemperie, con sus muebles mojados, nada quedó ileso. Hoy duermen a la intemperie. Los trabajos de limpieza para intentar volver a la normalidad lo han hecho los vecinos. No tienen esperanzas de apoyo de sus autoridades. 

Esta es la vida cotidiana de más de mil 500 habitantes, el desamparo. Mientras tanto de las autoridades de Acapulco y de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, no se tienen noticias. El nombre de esta última ni siquiera es conocido. En la colonia Izazaga, a solo 40 minutos de Acapulco, forma parte del cinturón de al menos ocho colonias populares más, donde el hambre, el desabasto de agua, los techos colapsados, forman parte del día a día de las familias más pobres. 

Los riesgos de estallidos sociales están latentes. Cuando esta población desesperada haya agotado el saqueo vendrá la irrupción social. Ahora se contiene con algunas bolsas de papel, agua y todo cuanto encontraron a su paso, que cargan como pueden a sus hogares, aunque desborden su fuerzas para trasladarlos por las calles. 

Ante la presencia de una diezmada Guardia Nacional, la gente ha ubicado las zonas para el saqueo. Tiendas distribuidoras de Lala, Tres B,Coppel, han quedado completamente demantelados este viernes 27 de octubre. En los brazos, en las cabezas, sobre los hombros, no hay parte del cuerpo humano que no sea útil en este transporte de víveres que es movido por infinitas hileras de las calles de Acapulco. 

Mujeres, jefas del hogar, entre las decenas de víctimas. 

Hasta el interior de la colonia La Izazaga, encontramos a la Señora Elizabeth Liborio. Ella recuerda la noche del martes 24 de octubre, cuando las láminas de su casa fueron levantadas por el huracán. 

Otro es el caso de Margarita Antonio Sánchez, 50 años de edad, recuerda que lo vivido solo se asemeja al huracán Paulina, cuyos recuerdos le vuelven a la mente. Paulina no nos dejó sin luz, dijo. La gente ha estado subsistiendo de lo que puede, pero estos días los alimentos se agotan cada vez más. A las 8 de la noche, en la penumbra, decenas de personas esperan en una larga fila. A la pregunta ¿Qué esperan? Responden "despensas". Tras una hora de espera, nada recibieron estas familias que esperaban en la oscuridad un poco de ayuda.