Una jornada particular
Es sumamente importante que el pueblo se sienta identificado con su cultura
Hoy, sábado 9 de abril, llegó a su fin la Espartaqueada Cultural 2022. Con quienes he tenido oportunidad de platicar acerca de las presentaciones que a diario pudimos disfrutar les pareció, al igual que a mí, una jornada particular. ¿Por qué particular? Podría mencionar muchas razones, pero creo necesario constreñirme solo a algunas. En primer lugar, porque en estos tiempos aciagos es sumamente difícil que la inmensa mayoría de los mexicanos pueda presenciar un evento artístico de gran calidad y con una amplia variedad de manifestaciones artísticas; en segundo lugar, porque les permitió transportarse a muchos lugares de nuestra patria sin pagar un solo peso por ello y pudieron conocer la inmensidad del mar, la quietud de la laguna, la vastedad del desierto, el verdor de la selva tropical, la tranquilidad de la provincia y los bellos edificios coloniales de algunas grandes ciudades; en tercer lugar, pero no por ello menos importante, porque pudieron constatar que cuando el pueblo trabajador se decide a emprender una tarea, es capaz de vencer los obstáculos que se les pongan enfrente y salir triunfante, tal y como lo demostraron los cantantes, los declamadores, los bailarines, los danzantes y los actores, todos ellos emanados del pueblo trabajador y ninguno de ellos artista profesional.
Evidentemente, tanto el público -antorchista y no antorchista- como los propios artistas y sus maestros aprendieron algo nuevo, pues conocieron a grandes poetas, músicos y compositores y su sensibilidad pudo elevarse por encima de lo vulgar y cotidiano; la fuerza de la danza al son del huéhuetl, del caracol marino y de los cascabeles del ayoyote contagiaron sus venas y su corazón se ensanchó recordando la grandeza de nuestros antepasados aztecas; compartieron el dolor, la furia y la rebeldía de los obreros de Río Blanco; pudieron reír, relajarse y entender el mensaje del gran Molière. Por todo ello, después de esta jornada particular ninguno de ellos ni nosotros somos ya los mismos. Pero si queremos seguir cambiando y elevándonos espiritualmente cada vez más a través del arte, es necesario no dejar de prepararse y aprovechar cualquier ocasión para que nuestros hijos, padres, hermanos y nietos declamen, canten y bailen aquellas poesías, canciones y bailes que nos identifican culturalmente como pueblo y que por lo mismo nos hermanan y nos hacen más fuertes.
En medio de tanta manipulación ideológica a través del cine, la radio, la televisión y las redes sociales, así como de festivales y conciertos de cantantes y de grupos “famosos”; de tantos engaños y mentiras del actual gobierno federal; de la desvergonzada violación a nuestra Constitución y a la Ley Electoral por parte de funcionarios públicos tanto del ámbito federal como local (alcaldes morenistas), de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, de varios gobernadores y diputados de Morena llamando a la ciudadanía a que el día de mañana acuda a votar si se le revoca o no el mandato al presidente López Obrador; del aumento de precios en prácticamente todos los productos y alimentos básicos y un salario que alcanza para bastante poco, de la inseguridad, de los crímenes que no cesan, de los desaparecidos, de la violencia contra las mujeres, etc., etc., es sumamente importante que el pueblo se sienta identificado con su cultura, pues en el fondo de prácticamente todas las manifestaciones artísticas se encuentra una realidad material, que son los intereses fundamentales del hombre y de la sociedad. Y, claro, en una sociedad como la nuestra, la realidad material de la gran mayoría de sus miembros no es la misma que la de su minoría, en consecuencia, los intereses de la una y de la otra son diametralmente opuestos, como lo muestran los hechos aquí enunciados.
Ciertamente, la cultura exhibe lo que ha hecho un pueblo a lo largo de su historia, pero además “habla de lo que quiere hacer el pueblo en el futuro, como sociedad que aspira siempre a una vida mejor, más humana, más solidaria, con mayor tranquilidad y con mayor bienestar para todos.” (Aquiles Córdova Morán). De ahí se desprende que aparte de la identidad que nos da la cultura, se hace necesaria la solidaridad entre nosotros para hacer realidad una sociedad con la que sueñan millones de mexicanos. Creo yo que ésta es la mayor lección que pudo darnos esta jornada particular. ¡Muchas gracias a todos los participantes y sus maestros! ¡Muchas gracias a la Comisión Nacional Cultural, al frente de la cual se encuentran el ingeniero Juan Manuel Celis Aguirre y la doctora Soraya Córdova Morán, ambos luchadores de toda la vida y ellos mismos practicantes de la música y de la poesía, respectivamente! Y, en especial, nuestro agradecimiento al Maestro Aquiles Córdova Morán, el antorchista más entusiasta en el impulso, la promoción y la difusión de las Espartaqueadas Culturales del Movimiento Antorchista Nacional.