POBREZA: EL PRINCIPAL PROBLEMA EN MÉXICO

Opinión Por: Diana Karina Vázquez López

POBREZA: EL PRINCIPAL PROBLEMA EN MÉXICO
El 2018 será un año de intensa actividad política y electoral en nuestro país: habremos de elegir al nuevo Presidente de la República, 128 Senadurías y 500 Diputaciones Federales. En Aguascalientes nos corresponde elegir a tres senadores y tres diputados federales, además de las 27 diputaciones del Congreso Local (18 de mayoría relativa y 9 de mayoría proporcional). Esto significa que nos espera una abrumadora propaganda electoral a nivel federal y local: además de la acostumbrada descalificación de los aspirantes a dichos cargos de elección, sus discursos en campañas y en los medios masivos de comunicación, se concentrarán en prometernos las medidas que adoptarán para enfrentar los problemas que vive la nación y nuestro estado. En este sentido es ya un lugar común que, en dichos discursos y propaganda, aparezcan la inseguridad y la corrupción como los principales problemas que habrán de combatir. Sin embargo, a mi juicio, es la pobreza el problema central que aqueja a nuestra nación; el resto son sólo sus inevitables y fatales efectos. Veamos. México es un país fuertemente dependiente de la inversión extranjera, ya que el Estado no pone ninguna restricción ni limite a los excesos del capital sobre la explotación de la fuerza de trabajo de los obreros, lo que explica los salarios de hambre que éstos reciben pues, según el Banco Mundial (2015), los trabajadores mexicanos son los que perciben el salario más bajo en toda Latinoamérica. Somos uno de los países con el peor reparto de la renta nacional y, a pesar de ello, los mezquinos patrones se resisten a aumentar los salarios. De los 122 millones de habitantes que somos en México, donde 52 millones corresponden a la Población Económicamente Activa (PEA), el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registra que más de dos millones de mexicanos están desempleados y cerca de 30 millones se encuentran laborando en la informalidad, es decir, que más de la mitad de la PEA carece de una actividad productiva y seguridad social. A nivel nacional, en materia educativa, estamos en los últimos lugares de los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y, según el reporte Panorama de la Educación 2017 de esta misma organización, sólo 17 de cada 100 mexicanos terminan una carrera; en estudios de maestrías el 1.4% mientras que la población con estudios de Doctorado no alcanza siquiera el 0.1%. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) 2016, en Aguascalientes el 28.2 % de su población vive en situación de pobreza; 339,500 habitantes están en situación de pobreza extrema, o sea, que presentan tres o más carencias sociales y no tienen un ingreso suficiente para adquirir la canasta básica alimentaria; 529,400 personas no tienen acceso a la seguridad social; 508, 800 habitantes viven con un ingreso inferior a la línea de bienestar y 182,700 personas están en rezago educativo. Hasta el momento, la actitud que toma el gobierno, tanto federal como estatal, no es la más alentadora ya que cada año pagamos más impuestos y ganamos menos, nuestros ingresos no nos alcanzan ni para reponer las energías gastadas en una jornada laboral para ponerlas en marcha al día siguiente; cada año hay más personas trabajando en la informalidad y otros más están desempleados; en cada sexenio el número de pobres aumenta y la fortuna de los grandes empresarios también aumenta considerablemente; los campesinos, obreros y colonos tienen que vender lo único que poseen, su fuerza de trabajo, para que les paguen un salario mínimo de 84.02 pesos diarios. ¿Se les ha olvidado a nuestros gobernantes acaso cuál es la clase social que genera la enorme riqueza que se produce en este país y que, incluso, nos coloca como la economía número 14 a nivel mundial? Planteadas así las cosas, resulta evidente que el principal problema que vivimos no puede ser ni la inseguridad ni la corrupción, y que esta situación de pobreza y desigualdad que las genera la hemos padecido desde hace más de un siglo, agudizándose más aún con la adopción del sistema neoliberal por parte del Estado mexicano desde los años 80. Algunos dicen que no hay que votar el próximo año por el mismo color, por la misma gente que ha estado siempre en la política y viviendo de ella. Que necesitamos un cambio. Sin embargo, yo opino que no es un nuevo partido, un nuevo presidente o nuevos funcionarios en los Congresos lo que necesita México y Aguascalientes, sino que se requiere, para que exista un verdadero cambio, una nueva clase en el poder: el pueblo trabajador. Ya que solo él conoce las condiciones en las que ha vivido por mucho tiempo, el sacrificio que se hace por dar vivienda, vestido, salud y educación a sus hijos, las horas extras de trabajo que tiene que laborar para poder cubrir los gastos diarios y evitar dejar a su familia sin comer; sólo el pueblo trabajador es capaz de sacar a México de la profunda miseria y desigualdad en que se encuentra hundido a causa de la explotación capitalista y el Gobierno que la protege. Que las elecciones del próximo año en nuestro país sirvan, por un lado, para identificar a los falsos redentores del pueblo y sus partidos que sólo proponen medidas cosméticas sin resolver los verdaderos problemas que sufre nuestro país y, por otro lado, que sirvan para que los pobres de México se convenzan de que no tienen más opción que unirse, organizarse y luchar en favor de sus intereses y por la formación de un verdadero partido que conquiste el poder político de la nación. Sólo el pueblo pobre, como lo hizo en el movimiento por la Independencia de 1810 y en la Revolución de 1910, es y será la única fuerza social capaz de generar el cambio de modelo económico que nuestro país necesita.