El tipo de cambio y los problemas para la industria nacional
México atraviesa un momento complicado por la fortaleza del peso frente al dólar. Son varios los sectores productivos y componentes de la demanda agregada que comienzan a resentir los costos de un dólar barato. Históricamente la evolución del tipo de cambio era uno de los indicadores del éxito o fracaso económico de una administración federal y el éxito de un presidente se media en términos de unas cuantas variables, entre ellas el qué tanto se había depreciado el peso durante un sexenio. Es por ello que ahora los simpatizantes de López Obrador presumen el tener un dólar en niveles cercanos a los 17 pesos y lo atribuyen al “buen” trabajo del Gobierno de México; pero no quieren darse cuenta de los problemas que se están ocasionando.
Son muchos los factores que provocan que el tipo de cambio se encuentre coyunturalmente en nivel de 17.14 pesos por dólar, y la mayoría no tienen que ver con lo que hace el gobierno federal. No los abordaré en esta entrega, ya que han sido ampliamente explicados por parte de otros analistas, pero ante todo lo que se comenta respecto al tipo de cambio, en esta entrega si quiero analizar otros puntos relacionados con el tema cambiario y vamos a comenzar con la cuestión de la inflación:
El pasado 7 de julio, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó que en junio la inflación general de precios al consumidor disminuyó a 5.06%, el nivel más bajo desde marzo de 2021. Esta es una buena noticia porque implica que la inflación en México ya sólo está 1.06 puntos porcentuales arriba del límite máximo de la meta inflacionaria del Banco de México de una inflación de 3% con un margen de variabilidad de más/menos 1 punto porcentual.
Es verdad que la cifra de inflación de junio debe tomarse con cautela ya que el número agregado esconde varios detalles. Por un lado, vemos que el componente de inflación subyacente sigue muy alto y fue de 6.89%, lo que es producto de una inflación anual de 8.26% en las mercancías y de 5.25% en los servicios. Dentro de las mercancías, destaca que el alza de precios en alimentos, bebidas y tabaco fue de 10.49%, es decir, todavía aumenta a tasa de doble dígito. Por otra parte, el componente de inflación no subyacente registró una deflación de -0.36%, lo que es producto de alza anual de precios de 2.89% en los productos agropecuarios, una caída en los precios de energéticos de -6.95% y un alza en las tarifas autorizadas por el gobierno de 6.26%.
Los datos muestran que buena parte del freno inflacionario se debe a que a nivel mundial han bajado las presiones en los precios de los productos agropecuarios y porque el gobierno federal ha hecho una labor para contener los precios de los energéticos. Subsiste un problema inflacionario con las mercancías y en especial con los alimentos procesados.
Lo que sucede con la inflación es muy importante porque más allá de incidir directamente en el poder adquisitivo real de las personas, determinará el rumbo de la política monetaria en México, lo que a su vez incide directamente en el tipo de cambio. En la medida en que la inflación es menor, aumenta la flexibilidad que puede asumir el banco central para comenzar con el ciclo de disminuciones en su tasa de interés objetivo. Pero con la inflación subyacente todavía tan elevada, es prácticamente imposible que el Banco de México considere que su lucha contra la inflación ha concluido con éxito.
¿Qué tan probable es que la inflación general de precios al consumidor siga disminuyendo? De acuerdo con los analistas que participaron en la Encuesta Citibanamex de Expectativas más reciente, esperan que la inflación anual este año sea de 4.91%, cifra por debajo del 4.79% esperado hace dos semanas. El rango de pronósticos para la inflación en 2023 va desde un 4.20% hasta el 5.65%. Sin embargo, bajo el escenario base vemos que la expectativa es que la inflación general seguirá disminuyendo en los siguientes seis meses, aunque no se alcanzará todavía la meta del banco central.
¿Hay riesgos de que se complique la lucha contra la inflación? Desde luego que los hay. De hecho los analistas de Moody’s Local han advertido que la economía mexicana está creciendo por encima de su potencial, con un exceso de demanda interna impulsada por las transferencias gubernamentales (ayudas sociales) y las remesas, lo cual podría obstaculizar el que la inflación se reduzca al objetivo de 3 por ciento a finales del 2024.
En este sentido, podemos mencionar que Moody´s tiene razón (parcialmente) ya que, de acuerdo con cifras de INEGI, el Indicador de Consumo Privado en el Mercado Interior creció un sólido 6.5% en términos reales en 2022 y en el acumulado de los primeros cuatro meses de 2023 presenta un incremento real anual de 4.2%.
Sin embargo, como puede verse en la tabla, el gran problema de este consumo es que favorece más a las importaciones que a los productos hechos en México. El consumo nacional creció 5.6% en 2022, mientras que el de bienes importados subió 13.5%. En el acumulado de los primeros cuatro meses de 2022, vemos que el consumo nacional creció 3.1% real, mientras que el de bienes importados aumentó 12.0%. Esto implica que el fuerte consumo en México efectivamente puede ser una fuente de presión inflacionaria, pero no lo es tanto cuando nos damos cuenta de que se privilegian los bienes importados.
Y ahora, volviendo al tema del tipo de cambio, pues es obvio que con un dólar tan barato la situación de crecimiento de importaciones empeorará y veremos como de consumo de bienes importados consolida mayores tasas de crecimiento, mientras que el consumo de bienes y servicios nacionales se deteriora en perjuicio de la producción empleo nacionales.
En este sentido, reitero que a pesar de que la inflación subyacente sigue elevada, ya somos varios los que hemos externado que la fortaleza del peso mexicano frente al dólar comienza a causar diversos daños a la economía real del país, y que dado lo anterior, el Banco de México debería analizar la posibilidad de recortar marginalmente su tasa de interés objetivo desde el nivel actual de 11.25% a 11.00%. No creo que por un cuarto de punto porcentual se eche a perder el esfuerzo por controlar la inflación, pero creo que si sería un factor que le restaría fortaleza al peso en favor de la planta productiva nacional.
Se ha comentado sobradamente que un peso tan fuerte, en niveles cercanos a 17 pesos por dólar, genera los siguientes problemas:
1. Encarecimiento del precio de nuestras exportaciones en dólares, lo que las vuelve menos competitivas, desacelera su crecimiento y genera menores ganancias a empresas exportadoras.
2. Abaratamiento de las importaciones, lo que desplaza a productores nacionales. Aunque cabe señalar que esto no necesariamente se traduce en precios más bajos para los consumidores finales. Es práctica común que con un dólar barato los importadores simplemente compran el producto extranjero a menor precio en pesos, pero lo siguen vendiendo al mismo precio final en el mercado nacional, con lo que aumentan su margen de utilidad. Otra práctica común es que la empresa que tiene proveeduría nacional y extranjera, simplemente utiliza el argumento de un tipo de cambio más bajo para hacer que sus proveedores nacionales le bajen los precios con la amenaza de que les dejará de comprar. Pero esto tampoco se traduce en precios más bajos para los consumidores.
3. Un aumento en el costo de vacacionar en México para los turistas extranjeros, lo que se traduce en un menor crecimiento del turismo internacional, o de plano una caída en el número de visitantes. Un dólar barato también provoca que cierto turismo nacional decida mejor vacacionar en el extranjero.
4. Las familias que reciben remesas reciben menos pesos por los dólares que les mandan del extranjero. Esto sin duda incide negativamente en la capacidad de consumo de varias familias, muchas de ellas de bajos ingresos.
5. La inversión extranjera directa que llega a México se hace más cara para el inversionista internacional. Imagine que construir una planta industrial cuesta 1,000 millones de pesos, pues al tipo de cambio de 20 pesos por dólar, pues es una planta de 50 millones de dólares, pero al tipo de cambio de 17 pesos por dólar, ya se hizo una planta de casi 59 millones de dólares.
El argumento que el Banco de México ha dado desde que tenemos el régimen de tipo de cambio de “libre flotación” es que ellos no intervienen en la paridad y que la que vemos es la que se determina libremente por las fuerzas de la oferta y la demanda. Esto no es más que un intento de engaño, ya que sabemos bien que no existe tal cosa como “libre flotación” y que en el mejor de los casos deberíamos llamarla “flotación sucia” ya que el nivel de tipo de cambio depende de manera importante del diferencial de tasas de interés con respecto a Estados Unidos.
Al escribir estas líneas un Cete a 28 días paga una tasa anual de 11.30%, mientras que un bono del Tesoro de Estados Unidos paga 5.32%. Es evidente que un diferencial de prácticamente 6 puntos porcentuales en la tasa de interés entre ambas naciones genera un gran incentivo para que sigan llegando más dólares a nuestro país.
En ese sentido y dado el enorme diferencial de tasas de interés, insisto en que el Banco de México debería analizar la conveniencia de reducir marginalmente su tasa de interés objetivo, aunque sé que eso no sucederá por dos razones principales:
1. El tipo de cambio barato, si bien no baja los precios en muchas industrias, si disminuye las presiones para que los precios sigan aumentando, y por eso la inflación ya está en 5.06%.
2. A diferencia de otros bancos centrales que tienen un doble o triple mandato, en el caso de México su mandato se basa únicamente en preservar el poder adquisitivo de la moneda. Es decir, en México el banco central no está obligado a impulsar el crecimiento económico y del empleo, por lo que todos los impactos negativos en la planta productiva los tienen sin cuidado.
A manera de conclusión podemos decir que la planta productiva nacional seguirá enfrentando los problemas causados por un dólar tan barato, pero la buena noticia es que dólar no se mantendrá en el nivel actual para siempre. La expectativa es que el dólar comenzará a subir de precio conforme avanza el año por dos factores principales: a. Las campañas presidenciales en México y Estados Unidos meterán ruido en la relación y podemos esperar que los candidatos estadounidenses dirán cosas malas con relación a nuestro país (como sucedió con Donald Trump hace ocho años) y b. Eventualmente el Banco de México comenzará con el ciclo de disminución de tasas de interés. Dado lo anterior, las empresas deben ajustarse y encontrar maneras para compensar sus pérdidas cambiarias, no será sencillo, pero no es probable que en el corto plazo regresemos a un dólar de 19 pesos, pero para el mediano y largo plazos, sin duda.
Alejandro Gómez Tamez es Director General de CONCAMIN y de GAEAP.