AMLO y la impunidad de la 4T en la tragedia de Tlahuelilpan
Cuatro años han transcurrido desde aquella lamentable tragedia detonada por la fallida estrategia de “combate al huachicol” por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y Morena en los primeros días de gestión de la 4T, cuyos funcionarios prometieron que sus brillantes medidas traerían “supuestamente”, un reflejo directo en el costo de los combustibles, sin embargo, lejos de ello lo que dejó fue un incendio (perfectamente evitable) de un ducto de Pemex en Tlahuelilpan, Hidalgo, que causó de un golpe más de 130 muertes, convirtiéndose en una de las tragedias más siniestras en contra de la población en una de las zonas más pobres del país.
Después de la euforia por la “ola morenista” que envolvía el recién triunfo del tabasqueño así como las esperanzas de quienes le brindaron su voto de confianza, se exponían las primeras medidas para el supuesto “combate contra la corrupción”, entre ellos el robo de combustible, por lo que se comenzaría con el cierre de ductos. Con esto se recuperarían, aseguraban los voceros de la 4T, 60, mil millones de pesos al año, lo que supuestamente sería suficiente “para financiar el 40% de una refinería”.
Como era de esperarse, esto provocó el desabasto que se fue extendiendo poco a poco en varias zonas del país. Días después, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, tuvo que reconocer que hubo fallas en la logística del plan. ¡Ven cómo son improvisados los flamantes funcionarios! Lo que vino después todo mundo lo padeció: compras de pánico, venta ilegal y altos precios de quienes seguían practicando el llamado huachicoleo, etc. El descontento era evidente. Es ahí donde tuvo consecuencia el hecho lamentable en Tlahuelilpan.
Tlahuelilpan se encuentra cerca de Pachuca, la capital del estado. Para el 2019, el 63 por ciento de la población era pobre; 23 no tenía acceso a la alimentación. Con pocas oportunidades de empleo, raquíticos salarios y solución a carencias de servicios, es una zona como muchas otras del estado y del país, cuya principal fuente de ingresos económicos continua siendo la venta de huachicol ante la falta de infraestructura y proyectos que detonen la inversión económica y por lo tanto el empleo.
Aquél 18 de enero y con el contexto del desabasto del combustible, se registró el “piquete” del ducto de Pemex Tuxpan-Tula. La necesidad hizo que cientos de personas aprovecharan la fuga para llenar con lo que se pudiera, aún con el riesgo latente de que el combustible desencadenara una explosión masiva. De esta situación tuvo conocimiento el Gobierno Federal, sin embargo, no fue tomada con seriedad porque el ducto fue cerrado horas después. Sabían del peligro que representaba y no hicieron nada. Es decir, hay impunidad de la 4T detrás del hecho más allá de considerarlo como un episodio más de esta problemática.
Era cuestión de minutos para que se desatara la tragedia que cobraría la vida de 138 personas. A cuatro años de distancia, la discapacidad en muchas de las víctimas o la orfandad de cientos de pequeños es el saldo de esta tragedia. Las imágenes indescriptibles de una multitud tratando de buscar ayuda marcaron un antes y un después en la vida de Hidalgo y el país entero. Pero esto no bastó para que el gobierno fuera consecuente con la trillada frase de “primero los pobres” y aplicara medidas a fondo en el combate al robo del combustible, así como la ayuda para quienes resultaron damnificados, con lo que Morena y López Obrador comenzaron a mostrar su verdadero rostro.
Las promesas fueron desde ayuda médica para los lesionados, becas vitalicias para los pequeños que perdieron a sus padres, proyectos productivos y fondos para el emprendimiento de las mujeres que quedaron solas, ayuda psicológica para los adeudos y un memorial por las víctimas. Pues de todo eso como siempre, les quedaron a deber.
El apoyo que en su momento se les brindó a quienes resultaron lesionados, se otorgó a través de fundaciones y sólo por unos meses. La llegada de la pandemia fue el pretexto perfecto, como lo dijo el propio presidente “nos cayó como anillo al dedo”, para suspender todo el auxilio como terapias, intervenciones quirúrgicas, atención psicológica para quienes las necesitaban. De eso nada se ha hecho. Quienes sobrevivieron a las quemaduras han tenido que sobrevivir con su discapacidad porque no cuentan con el programa social para este sector, no tienen trabajo ni mucho menos ingresos económicos. De las becas para los 194 niños que quedaron huérfanos ni qué decir. Algunos siguen sin poder continuar sus estudios, otros tuvieron que dejarlos porque no contaban con los materiales tecnológicos para recibir las clases en línea y unos más tuvieron que comenzar a trabajar para poder sobrevivir tras perder al pilar familiar que eran sus padres.
El desprecio y las falsas promesas se volvieron a repetir en el que dijo que ¡Primero los pobres! Los mismos pobladores han aprovechado las visitas del presidente a la refinería de Tula por el aniversario para solicitarle y exponer que su administración prometió, en reiteradas ocasiones, asistencia y ayuda ante tal tragedia. La indiferencia es la única respuesta.
Ni la ayuda a la gente ni mucho menos la disminución al problema del robo de combustible ha podido atender López Obrador. No es cierto que se haya acabado esta práctica, como lo aseguró el propio mandatario, ha sucedido todo lo contrario. Tan solo en el 2022, Pemex reportó el robo de 6 mil barriles diarios de gasolina, un incremento del 70 por ciento respecto al año anterior. 22 millones de pesos al día son los que se pierden por este delito. Y por contradictorio que parezca, Hidalgo es la entidad que encabeza la lista con más de 5 mil tomas clandestinas detectadas, según datos del propio Gobierno Federal.
Ni los más de 3 mil soldados desplegados para el resguardo de ductos prioritarios, -por cierto en el metro hay 6 mil elementos solo para cuidar la imagen de la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum-; van a detener el robo de combustible si no se ataca el problema de fondo que es la pobreza. Más políticas improvisadas y sin entendimiento de la realidad nos van a seguir costando vidas. Así que invito a todos los mexicanos a que en próximas elecciones nos detengamos a pensar si vamos a seguir pagando las consecuencias de un gobierno que ha demostrado, a pulso, que la inmensa mayoría de los ciudadanos, no son su prioridad. Y Tlahuelilpan es solo uno de muchos ejemplos. ¡No lo olvidemos!